martes, 2 de junio de 2009

Reiki para niños

Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, unos hombres sabios que vivían en las cumbres de unas montañas muy altas, y, como estaban más cerca del cielo, podían comunicarse con las estrellas. Ellas les hacían llegar su luz para que ellos la pudiesen usar para sentirse bien y aliviar sus males. Fueron pasándose su saber de generación en generación, y, para no olvidarse de su saber, escribieron sobre unos pergaminos los símbolos que les permitían abrir la puerta a la energía de las estrellas. Lamentablemente, hasta el lugar en donde vivían estos hombres sabios llegaron las guerras y muchos de ellos tuvieron que escapar, y los que se quedaron se hicieron muy viejitos y ya no tenían a quién transmitir el saber para llegar a recibir la energía de las estrellas. Y así fue como se perdió ese saber secreto. Sólo quedaron los símbolos escritos sobre los pergaminos. Después de mucho, muchísimo tiempo, un señor llamado Mikao Usui –que era un hombre muy bueno y muy sabio que vivía en Japón- estaba buscando la manera para poder llegar hasta la energía de las estrellas, porque él sabía que la luz del universo era una luz llena de amor, que hacía que las personas se sintieran más felices y aliviaran sus enfermedades. Él había leído las historias que contaban que mucho tiempo atrás habían vivido hombres que se comunicaban con las estrellas y ellas les daban la energía del amor del universo, y con esa energía que salía de sus manos podían aliviarse a sí mismos y ayudar a curarse a los enfermos y a hacer que la gente triste se sintiera feliz. Mikao Usui sabia que tenían que existir en alguna parte los secretos escritos por aquellos hombres (ya que él pensaba que al ser tan sabios tenían que haber dejado alguna información para los demás seres humanos). Por eso buscó, buscó y buscó por todas partes, recorrió países y ciudades preguntando y buscando, hasta que un día encontró un pergamino muy antiguo dentro de un cofre que se hallaba escondido en una iglesia. Le pidió al monje de la iglesia el cofre y se puso a estudiar la misteriosa escritura del pergamino. Luego se fue a meditar a una montaña muy alta, para estar cerca de las estrellas, tratando de poner en práctica lo que había leído en aquel pergamino. Y fue así que, después de veintiún días de estar en la montaña la última noche soñó que muchas estrellas venían a bailar a su alrededor y lo bañaban con su luz, y al despertar comenzó a sentir que de sus manos nacía una cálida energía amorosa y sanadora: era la luz de las estrellas que había empezado a fluir nuevamente a través de un ser humano. Tan feliz se sintió que bajó corriendo de la montaña, para compartir con toda la humanidad el saber secreto que se creía perdido y que había sido recuperado. Ya no sería más secreto: él lo enseñaría a otras personas, y éstas a su vez lo enseñarían a otras y así sucesivamente, para que toda la humanidad y toda la naturaleza pudiera gozar del amor de la luz pura del universo. Mikao Usui le puso un nombre a esa luz: la llamó Reiki.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario

caidas de sol

caidas de sol
toda la energía

cae el sol...

cae el sol...
...cerca del río.